Un fantasma recorre Europa. La creciente presencia de inmigrantes de otras
regiones del mundo, con su cultura, hábitos religiosos, costumbres , todas ellas
diferentes a las de Occidente. Y como efecto el rechazo de los europeos al
flujo constante de esas gentes. En la Europa comunitaria la procedencia
mayoritaria de esta entrada de inmigrantes proviene del mundo islámico – no
sólo magrebí – y del África Negra. En España por razones linguisticas y culturales también es importante la
inmigración latino-americana.
La reacción en Europa ante este fenómeno es visible.
El éxito del Frente Nacional en Francia en las pasadas elecciones europeas es
la muestra más inmediata y notoria de un fenómeno, que con mayor o menor
intensidad tiene alcance europeo. Sectores numerosos de europeos
se sienten amenazados por la amplitud del fenómeno migratorio. En este rechazo
se mezcla desde el prejuicio racial, hasta la sensación de que estos
inmigrantes amenazan sus puestos de trabajo o su seguridad. En nuestro país
frecuentemente asistimos a los intentos masivos de inmigrantes, en Ceuta y
Melilla, de penetrar por la fuerza en ambas ciudades y cuando las fuerzas de
seguridad lo impiden, no siempre con éxito, se generan polémicas sobre si los
medios que utiliza la Guardia Civil son acorde o no con la Declaración
Universal de los Derechos Humanos.
No es descubrir nada nuevo detectar que dos son las
causas de esta presión migratoria: la pobreza y la guerra. En muchos países del
Africa Sub-sahariana y bastantes del mundo árabe viven buena parte de sus
habitantes en condiciones de extrema pobreza. Probablemente, entre otras causas,
como efecto de esta miseria muchos de ellos están inmersos en crueles guerras
civiles.¿ Cómo salir de la miseria o de la amenaza a la vida y la seguridad
propia ?Ir a la próspera Europa, que a sus ojos es todavía mucho más prospera
de lo que es en realidad, pues la televisión por satélite les transmite la
imagen, creada por los “spots” publicitarios, de un continente plagado de
coches de lujo, mujeres enjoyadas , residencias paradisiacas al lado del mar….
Con este señuelo atraviesan desiertos, mares, vallas con púas… Tristemente
muchos mueren en el intento de sed en el desierto o ahogados en las inseguras
barquichuelas con la que atraviesan el Mediterráneo.
Y cuando llegan a El Dorado que se encuentran;
países con tasas de desempleo de más del veinte por ciento, con unos servicios
de asistencia social bajo mínimos y que no desean recibir más inmigrantes.
Ciertamente la Europa de hoy no tiene los caminos asfaltados de oro. Es un
continente en decadencia, con una aguda crisis económica que dura ya más de
siete años, y que, salvo que se opte por políticas económicas más expansivas,
puede caer en una década de estancamiento económico. Después de tantas
desventuras el sirio o el senegalés que llega a la Tierra Prometida se
encuentra condenado a vivir de ingresos irregulares, en viviendas muchas veces
en ruinas y en el límite de la miseria.
En definitiva han venido a buscar trabajo en donde lo que precisamente falta es
el trabajo.
Si son de religión islámica, lo que es el caso de la
inmigración árabe, paquistaní y de parte de la sub-sahariana, se refugian, como forma de encontrar apoyo
espiritual y en algunos casos material, en las mezquitas y en el mundo que las rodea. Se agrupan en algunos barrios y poco a poco forman pequeños
islotes islámicos en un entorno que es cristiano, y sobre todo laico. Basándose
en una religión como la de inspiración mahometana, que lejos de ser un credo
privado regula la alimentación, el vestido, las horas de oración, las
relaciones entre sexos…, crean unas micro-sociedades que provocan el rechazo y
la hostilidad del entorno. Los atentados sangrientos que en el nombre de esa
religión se han producido en la última década en España, Inglaterra, Estados
Unidos, Australia o más recientemente en
Paris refuerzan esa hostilidad. Estamos ante un proceso que se retro-alimenta
pues los islamistas, aun teniendo en muchos casos la nacionalidad del país de
acogida, no se sienten ciudadanos del mismo. Tal como está ocurriendo ahora con motivo de la
insurrección del Estado Islámico en Siria e Irak, acuden en gran número a
combatir a tierras lejanas, que jamás han conocido, a una guerra en la que
muchos morirán.
Estamos ante
un proceso complejo y preñado de peligros que sin duda exigiría un estudio
mucho más exhaustivo. Pero en cualquier caso tanto el reforzamiento ideológico
del islamismo, como la presión inmigratoria que está sufriendo la Europa
comunitaria, y en especial los países del Sur de Europa como España o Italia,
se debe abordar por los Gobiernos europeos y los partidos políticos de este
ámbito geográfico con seriedad y rigor. ¿Qué quiere decir seriedad y rigor en
mi opinión? De entrada no ocultar la realidad con “latiguillos bien- pensantes”, que no dejan de ser recetas sencillas
a problemas complejos.
Por poner un
ejemplo: como ya se ha dicho en muchos países del Africa Sub-sahariana el
trabajo es escaso, la pobreza extrema y las expectativas de mejora personal
escasas. Sin duda estas circunstancias
afectan a decenas de millones de personas. ¿Cuál es la solución?¿ Que
esas decenas de millones de personas se vengan a Europa a vagar por las calle
vendiendo relojes , bisutería o imitaciones chuscas del arte africano? Creo que
en este punto surge el clásico dilema en
política entre la ética de la convicción
y la ética de la responsabilidad. Si partimos del primer supuesto todo
hombre nazca donde nazca tiene derecho a trabajo digno, alimentación, vivienda.
Pero la ética de la responsabilidad nos advierte que una política europea de
puestas abiertas a la inmigración nos llevaría al caos, la crisis social, y muy
posiblemente a explosiones de racismo . Lamentablemente en el planeta Tierra
está todo descubierto, poblado y explotado. Ya no queda, como hace apenas dos
siglos, tierras vírgenes que poblar y colonizar. No quedan paraísos por
descubrir. Los africanos y los árabes deberán encontrar la solución a sus
agudos problemas en sus tierras. Europa y Estados Unidos podrán y deberán
ayudarles tecnológicamente y económicamente. Para que esta ayuda sea efectiva
deberán dotarse estos países de instituciones estatales estables. Estados que impidan que estas ayudas sean
capitalizadas por mafias armadas, aunque
se auto-denominen a sí mismas “Ejércitos de Liberación”, que las utilizan como
mecanismo de poder
La Historia enseña que a la larga la convivencia
pacífica de comunidades con sistemas de valores muy diferentes es muy difícil.
Como ya adelantaba antes otro efecto de la creciente
migración a Europa es el fenómeno del islamismo más o menos radical. Al haber
sido colonias europeas países de religión islámica como Pakistán o Argelia, en
Inglaterra o Francia, muchos de estos oriundos de lejanas tierras son
descendientes de inmigrantes de segunda o tercera generación. Por tanto no son
jurídicamente inmigrantes sino británicos o franceses. Franceses eran los
terroristas autores de la matanza del semanario Charlie Hebdo o de la del super-mercado judío. Sin embargo bien
por cerrazón ideológica por su parte, bien por el racismo de los habitantes de
su nueva patria, no sólo mantienen su originaria religión, si no que junto a
las nuevas generaciones de inmigrantes se convierten en micro-sociedades en las
que rigen valores muy diferentes a las de las sociedades que les han acogido a
ellos, a sus padres o a sus abuelos. La Europa comunitaria es una zona
, salvo excepciones, mayoritariamente laica. Los islamistas, que por libre decisión han emigrado a
ella, deben aceptar que sus rígidas costumbres religiosas comunitarias son
ajenas al mundo en él que ellos han elegido vivir.
Hace unos
meses en una localidad de la Ribera Alta de nuestra tierra se planteó el problema de musulmanes que exigían en los
colegios públicos una dieta especial, en la que no se suministrara carne de
cerdo. La Administración razonó que encarecía el coste de la dieta por alumno
suministrar dos menús diferentes a los alumnos en función de sus creencias
religiosas. Más caro o más barato el menú, el problema es de mas hondura. Una escuela pública no se debe regir ni dejarse influir por supersticiones Si no quieren comer cerdo, en
razón de no se sabe que máxima de Mahoma, que coman en casa. Lo que no pueden
pretender es que una Europa, a la que ha costado miles o millones de muertos de precio conseguirlo,
cuando al fin se está liberando del
dogal de la religión pública, acepte ahora por miedo o comodidad nuevas trabas
a una vida pública sin servidumbres basadas, no en la civilizada convivencia,
si no en oscuros mandamientos.
Podríamos seguir con los ejemplos del “choque de civilizaciones”. Hay muchos.
En la última década creo que sólo en una ocasión he asistido a un oficio
religioso en “esas oscuras cavernas, de
dulzona fragancia, que llaman Iglesias”. Pero esa vivencia mía no me impide
ver lo incoherente de las protestas de los islamistas, cuando en una población
se ponen trabas a la construcción de una mezquita , siendo notorio que en
muchos países árabes la construcción de Iglesias cristianas está estrictamente
prohibida. Ese convencimiento de muchos mahometanos de poseer por la fe o la revelación la verdad absoluta
se llama fanatismo. En Europa estamos
vacunados de esta enfermedad. La vacuna
fueron las Cruzadas, la Inquisición, las sangrientas guerras entre católicos y
protestantes. Millones de muertos.
Una parte de la izquierda, sin duda con las mejores
intenciones, es hostil a las ideas que esbozado. Algún medio de comunicación
televisivo transmite frecuentemente, acompañando las imágenes de comentarios
horrorizados, como la Guardia Civil rechaza violentamente en la frontera de
Melilla a los inmigrantes ilegales. Toda imagen de violencia genera de entrada
rechazo al tele-espectador. Pero¿ qué tiene que hacer la Policía de Fronteras
cuando se penetra ilegalmente, y a veces a la fuerza, en nuestro país?¿ Qué
sentido tiene el concepto de territorio nacional donde un Estado ejerce su
soberanía? No hay país en el mundo, si sus medios humanos y técnicos lo
permiten, que consienta la entrada ilegal de extranjeros. Más o menos pacífica o violenta la entrada por la fuerza
en otro país se llama invasión. Si
algo falla es no exigir a Marruecos con más firmeza que
no permita concentraciones de extranjeros en nuestra frontera.
En algunos
sectores de esta izquierda a veces de pueden detectar “tics” de “gauche divine”. Ejercen trabajos que por
su cualificación profesional no son amenazados por los inmigrantes, viven en
residencias de “alto standing” donde sin duda no se instalaran los inmigrantes
de países lejanos y desde esta segura atalaya pontifican sobre los Derechos
Universales del Hombre y sin atreverse a llevar hasta el final el desarrollo de
su argumento critican la existencia de vallas fronterizas y de las denostadas
clavecinas. Cuando digo lo de no llevar hasta el final el argumento me refiero
a que si un inmigrante ilegal tiene derecho a residir en España porque salta
una valla de cinco metros, porque no lo tienen los otros diez mil que hay en la
frontera. O los millones, que de saber que todo el problema de entrar en la
Europa comunitaria consiste en saltar una valla acudirían en masa.
Sin duda Europa, y por tanto España, tiene que
aceptar que se ha convertido en un continente multi-cultural. Muchos de estos
inmigrantes tienen la nacionalidad de su país de destino. Otros el permiso de
residencia. Esa es la Europa de hoy. Nada de malo tiene. Frecuentemente las
sociedades multi-culturales son las más dinámicas. Estados Unidos es un
ejemplo. Pero esa multi-culturalidad se debe fundamentar en un código básico de
valores comunes. Bienvenidos sean los inmigrantes que llegaron en los tiempos
de prosperidad, De momento la puerta se ha cerrado pues en términos económicos
el piso europeo está lleno. Sean bienvenidos los que llegaron, se quedaron, y
forman parte de nosotros. Pero deben haberse dejado en casa la superstición, el
fanatismo y la intolerancia. En la Europa que queremos los progresistas no
tienen sitio estos estigmas . Con estos valores seremos un continente de
libertad y paz. Si por la ventana entran los demonios que echamos por la puerta
aumentaran los atentados, los conflictos inter-raciales y las tensiones étnicas.