Quisiera en este punto volver a recordar que ya en la primera parte de
mi artículo “el giro a la izquierda del
P.S.O.E., editado el 13 de julio expliqué las razones de mi rechazo a
cualquier referéndum consultivo, por lo que veo innecesario repetir los
argumentos que allí expuse. Sólo que si el referéndum no es ninguna solución,
tampoco lo es la intransigencia que rezuma el Manifiesto que llamo de los
Cincuenta, impregnado del más rancio
nacionalismo españolista. No se puede estar hablando, con razón, de la cerrazón
del nacionalismo catalán y practicar la misma intransigencia desde Madrid. El
artículo segundo de nuestra Constitución, que tanto gustan citar nuestros
defensores de la unidad de la nación española, también recoge “la autonomía de las nacionalidades y
regiones”. No creo que se pueda
discutir que Cataluña es una nacionalidad, con todo lo confuso que pueda
ser este concepto. Lo que no es señal de honradez intelectual es escoger de
nuestra CARTA MAGNA lo que a cada cual
le gusta, y pasar de puntillas sobre lo que no. Antes de citar alguna “perla“ más
del manifiesto estival de “Libres e Iguales “ voy a dedicar unas líneas a otro insigne firmante
del manifiesto Joaquín Leguina.
Santanderino de origen fue el primer y último de
momento Presidente socialista de la Comunidad de Madrid. Leí no hace mucho
tiempo su libro “Historia de un
despropósito-Zapatero, el gran
organizador de derrotas”. El título del libro es inequívoco de su
contenido. Muy duro con Zapatero es
innegable que algunas de sus críticas son razonables .Cita una frase de una de
sus ministras de confianza, Carmen Chacón, cuando declaró que “ella era pacifista y el Ejército español también lo es “. Lo de un
Ejercito pacifista yo lo interpretó como una versión peculiar de la vieja máxima
“si quieres la paz, prepara la guerra”.
De ser correcta mi interpretación de la frase de Chacón creo que exageró un poco, pues nuestras Fuerzas Armadas,
aunque modernizadas durante la democracia, no creo que sean especialmente
temidas en el mundo. Tampoco estoy seguro de haber interpretado bien a la exministra
de Defensa pues siempre ha privilegiado lo mediático al rigor. Lo anterior es
un ejemplo de las muchas referencias críticas del libro a la gestión de Zapatero y sus ministros.
El libro de Leguina además de algún acierto ya citado tenía una
clara tendencia derechista y centralista. Lo primero resulta extraño en un veterano
socialista, que fue testigo directo del golpe de Pinochet en Chile donde estaba
en esos dramáticos momentos, no como asesor socialista del malogrado Allende,
si no como demógrafo de las Naciones Unidas. Lo segundo es menos extraño pues
aunque nacido en provincias es madrileño, más que los propios madrileños, y
comparte con muchos de ellos, no todos,
de derechas o izquierdas, una arraigada incomprensión para todo lo que
ocurre fuera de la Meseta.
Aquí me voy a
permitir contar una pequeña anécdota personal que me ocurrió en el remoto Berlín
Oriental que refuerza mi opinión sobre
la dificultad castellana de entender por ejemplo la importancia de las otras
lenguas del Estado en sus Comunidades Autónomas .Un vallisoletano y yo siendo
ambos concejales socialistas, el en Valladolid, yo en Valencia, coincidimos en
Berlín. Nos desplazamos en metro, junto a otros compañeros a conocer una tarde
el Berlín Oriental. Al llegar a la parada en Berlín comunista había que hacer cola, en el mundo comunista
siempre se hacía cola hasta para tomar café y esto es literal. Para entretener
la espera conversamos los dos .En la
cola estaríamos media hora, no seríamos muchos los visitantes al Berlín Oriental, pero había
que rellenar un formulario, pagar una tasa, me parece que en marcos
occidentales, cambiar un mínimo de moneda, todo ello para estar una tarde en el
Berlín del Proletariado. Dejaré para otro momento mis impresiones sobre este
Berlín y volveré a la conversación con mi correligionario vallisoletano. Salió
el tema de las otras lenguas del Estado que no son el castellano y me explicó
que era absurdo enseñarlas y difundirlas, cuando el castellano lo hablaban
cientos de millones de personas, cantidad que ni de lejos alcanzaban el
catalán, el vasco o el gallego. Su argumento tenía una respuesta fácil: siendo
el inglés más universal todavía que el castellano por esa regla de tres tal vez
en Valladolid debería enseñarse y difundir el inglés, y abandonarse
paulatinamente el castellano. Más o menos en ese momento llegó él vallisoletano
a la ventanilla de control policial y tuvo que poner sus cinco sentidos en
cumplir los trámites ya citados, pues además de ser engorrosos, estaba la
dificultad añadida que el policía de fronteras no sabía ni valenciano, ni castellano
y ni siquiera inglés. Ahí acabo la conversación y ya no nos volvimos a
encontrar en el populoso Berlín Oriental, era Uno de Mayo y se notaba que esa
fiesta allí era muy importante, pues hasta las ocho de la tarde la ciudad
estaba llena de gente
Mi pequeña anécdota personal, podría contar otras, y
la lectura del libro de Leguina han
provocado que no me extrañe que ocupe D. Joaquin un importante lugar entre miembros de la nueva asociación. Coinciden sus ideas con
trasfondo del manifiesto y además tiene de
compañero a un Premio Nobel de Literatura. Leguina,
polifacético no sólo en política, es novelista, y seguro que entre cornada y
cornada al “nacionalismo reaccionario
catalán “, aprovechó la ocasión para hablar entre colegas, con Vargas de las claves intimas de las buenas novelas. No me extrañaría que
le pidiera que le prologara su próxima novela.
Vargas, por lo menos antes
del Nobel, era muy aficionado a prologar libros, dominando el género
prologuista muy bien pues creo que es tan buen escritor como “tiene poco talento para el pensamiento
conceptual. Afirmo esto último con un mínimo conocimiento del tema. Tanto su prólogo a “Madame Bovary” de Flaubert, como el de “el cero y el infinito “de Koetsler, aunque leídos con una
diferencia temporal de veinticinco años, primero leí el de la Bovary, me
parecieron excelentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario