Voy a dedicar este artículo a la figura de Zapatero, último Presidente de
Gobierno socialista. Sin duda la obra de un político cercano, con la relevancia
que ha tenido Zapatero, necesita más tiempo para un juicio histórico. No
pretendo tanto. Sólo transmitir algunas sensaciones del regusto que como
socialista me han dejado sus siete años y medio de Presidencia del Gobierno.
Como en otras ocasiones dividiré el artículo en dos partes.
Empezaré declarando que mi opinión de su figura fue empeorando paulatinamente a lo
largo de esos siete años de forma progresiva, con algún repunte momentáneo.
Su primera decisión, casi al día siguiente de formar Gobierno, en el año
2004, de ordenar la inmediata retirada de las tropas españolas en Irak me
pareció valiente y lúcida. Me apartaría del tema de este artículo valorar el
enorme error de Bush y sus “mariachis”, Blair y Aznar, que supuso invadir Irak
en el año 2003.Además no creo necesario
aportar muchos argumentos. No hace falta para ver a lo que ha conducido aquella
guerra más que leer el periódico de hoy
y ver cómo está Irak después de once años de derrocar al tirano Sadam
Hussein. Sin duda con la invasión se pretendía convertir a Irak en una
democracia, con clima más cálido, de corte escandinavo. El resultado de aquellos
bienintencionados propósitos está a la vista. También se pretendía
destruir las armas de destrucción masiva
que existían en Irak que, no sólo jamás se encontraron, sino que las otras dos
potencias del Eje del Mal, Corea del Norte e Irán, descubrieron que en realidad
no se invadía Irak por tener armas de
destrucción masiva; se invadía porque no las tenía.
Aznar declaró años más tarde en televisión algo así como que “él creía, como todo el mundo, que en Irak
había armas de destrucción masiva“. Hubiera sido más respetuoso con la
verdad si hubiera afirmado que todo ese mundo que creía que en Iraq había armas
de destrucción masiva, estaba formado por los países que querían invadir Irak.
En los primeros años de Gobierno, al calor de un ciclo económico favorable el primer Gobierno Zapatero mejoró las pensiones, amplió la cobertura del desempleo, elevó el salario
mínimo... En definitiva mejoró las condiciones de vida de los más desprotegidos
de nuestra sociedad. En materia de Derechos Civiles promulgó al año de Gobierno, la Ley del 13/2005 de 1 de julio conocida como Ley del Matrimonio Homosexual.
Fue aprobada por amplia mayoría en el Parlamento con el voto de casi todos los
partidos excepto el PP y los diputados de Unió Democrática de Cataluña. Creo
recordar que el PP defendía que no se oponían a una fórmula legal que
permitiera que la unión de personas del
mismo sexo tuviera efectos jurídicos. Lo
que rechazaban es que se le denominara matrimonio. Este punto de vista se puede
entender desde una perspectiva confesional – el matrimonio es un Sacramento -,
pero no de acuerdo a un concepto laico de lo público. La Ley dignificó a los
homosexuales, después de décadas de rechazo social y durante el franquismo de
persecución legal. Esta Ley era algo que
la sociedad española debía a los homosexuales de ambos sexos.
En el año 2006 empecé a ser menos entusiasta con importantes aspectos de la
figura de Zapatero. Me refiero a cuando permitió como Secretario General del
PSOE que después de las elecciones autonómicas catalanas de noviembre de 2006,
siendo el primer partido en votos y escaños CIU, se formara un segundo
tripartito PSC-ERC-IC. Que no fue la mejor decisión posible parece claro hoy en
día pues ninguno de los tres firmantes del acuerdo tripartito segunda parte se
refieren a él como una experiencia ilusionante a repetir.
El primer tripartito del año 2003 tenía varias justificaciones. La
necesidad de ventilar los despachos de la Generalitat que venía ocupando CIU
desde el año 1980. Que había mucho que ventilar se ha visto más claro estos
días con la sorprendente confesión del Presidente de la Generalitat en esos
veintitrés años, confesión en la que oculta más de lo que confiesa. Por otro
lado el PSC fue el primer partido en
votos, con más de un millón, aunque el reparto de escaños por provincias permitieran
a CIU ser el primer partido en representación parlamentaria.
Muchas cosas habían cambiado en el año 2006 desde 2003. El desgaste del
tripartito fue evidente en esas elecciones. Los tres partidos integrantes tenían unas elevadas cuotas de diferencias ideológicas. El Presidente
Maragall fue incapaz de dirigir un gobierno ; aquello parecía más bien tres gobiernos distintos agregados,
en el que cada uno iba por su lado. El resultado fue que en estas elecciones, celebradas en
noviembre de 2006 CIU superó al PSC en 140.000 votos, el tripartito perdió
cuatro escaños en relación a las elecciones de 2003, cinco el PSC que fueron compensados parcialmente por el
incremento de IC.
Nueve meses antes de estas elecciones, en enero de ese año 2006 Zapatero
había pactado directamente con Mas, después de
seis horas de reunión, la reforma del proyecto inicial de reforma del
Estatuto, que sin apenas modificaciones fue aprobado por el Parlamento español.
Tanto en la votación definitiva del Estatuto en el Parlamento español, como
en su posterior ratificación en
referéndum por el pueblo catalán CIU junto al PSC pidieron el SI mientras que
ERC ,socio de gobierno del PSC en aquel momento, pidió el NO, junto al PP,
aunque por razones contrarias. Con ese motivo los seis “consellers” de ERC en el
Govern catalán fueron cesados por Maragall. Meses después, en noviembre, con el
nuevo Parlamento resultante de las ya citadas elecciones del 2006, se pactó, por parte del nuevo candidato a la Presidencia socialista Montilla con
ERC el Gobierno y CIU continuó en la oposición. El proyecto político fundamental
de la coalición PSC-ERC-IC en la legislatura 2003-06 era el nuevo Estatuto. El
segundo partido de la coalición vota en contra de la redacción definitiva del
Estatuto, tanto en el Parlamento como en el referéndum. Sus consellers son
cesados. Seis meses después se pacta gobernar en coalición con ese mismo
partido. Ciertamente el nuevo pacto lo suscribió Montilla,ex-ministro de Industria con Zapatero. Es inverosímil que Montilla abanderara un nuevo tripartito sin el consentimiento de Zapatero. Es por tanto un claro ejemplo de la coherencia política de Zapatero.
Aunque tal vez me haya alargado en
exceso con el capítulo catalán de la trayectoria política de Zapatero me ha parecido que valía la pena. . La política
de alianzas es exclusivamente política y fundamental en un partido. Los muy
probables errores de Zapatero en estas
decisiones, fueron de él, y sólo de él. Aquí no influía ni la crisis económica
internacional, ni los dictámenes de Bruselas, Berlín o Frankfurt. En las
elecciones catalanas de 2010 los tres partidos gobernantes perdieron en total
22 escaños, de ello el PSC 11. Al sumar 48 diputados entre los tres, 20 menos
de la mayoría necesaria para gobernar, ya no hubo que sopesar los pros y contras de un
tercer tripartito. Sencillamente era imposible. No tendría sentido elaborar
ahora supuestos contra-fácticos sobre qué
hubiera ocurrido si Zapatero hubiera tomado otras decisiones en el año
2006. Si es casi seguro que tomó la peor decisión. No sería la única ocasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario