Por aligerar el relato pasaremos deprisa por el año 2007. El 30 de
diciembre de 2006 se produjo el atentado de ETA en la nueva terminal del
Aeropuerto de Barajas, que causó además de importantes daños materiales, la
muerte de dos ecuatorianos. En aquellos momentos se mantenía una tregua de ETA
desde marzo de 2006. ETA lo llamó “alto
el fuego permanente”, siempre les ha gustado la terminología militar. Zapatero en un desafortunado “lapsus”,
en una reunión de presidentes autonómicos, calificó el atentado de accidente,
aunque al parecer inmediatamente corrigió el error. En cualquier caso el daño
ya estaba hecho, y la prensa conservadora, desde el principio opuesta al “proceso de paz”, con la
dosis de oportunismo a la que nunca hace ascos, pues no estaban tan lejos las
conversaciones con ETA del gobierno Aznar, se ensañó con el “lapsus”. Las
iniciativas de diálogo con ETA se suspendieron después del atentado. Otro
confuso asunto vino a perjudicar la imagen del gobierno Zapatero en un tema en
que, por razones lógicas, la sensibilidad ciudadana, estaba a flor de piel. Me
refiero al caso De Juana Chaos.
No es el momento de entrar en detalles de la sangrienta biografía de De Juana Chaos.
El caso es que estando encarcelado y después de varias huelgas de hambre, el 1 de marzo de 2007, el Ministerio
de Interior resolvió concederle la prisión atenuada, lo que implicó su
traslado a un hospital del País Vasco y su posterior
reclusión en su domicilio particular. Ya
en casa se paseaba tranquilamente por San Sebastián con su novia, lo que al
menos en la imagen que transmitían diariamente todos los informativos de los
medios controlados por el PP, como Canal Nou, producía la impresión de una
prisión atenuada por razones poco claras. Era algo así como un trabajador de
baja por lumbalgia que luego aparezca por televisión corriendo el
medio-maratón urbano. Con el agravante en este caso que De Juana Chaos no
fallaba al trabajo por razones injustificadas sino que se ausentaba de la
cárcel por razones médicas. En junio de 2007, después del alta hospitalaria,
volvió a prisión. El daño pequeño ya estaba hecho. Digo pequeño porque Zapatero
con el tiempo causaría daños a la sociedad española y al PSOE mucho mayores.
Llegamos al 2008. Pese a estar en los albores de la crisis económica, el
paro registrado en enero del 2008 fue de
2.261.925
personas, cifra alta pero que
es la mitad del registrado en junio de este año 4.449.701 personas. En
general en aquellos momentos la situación
socio-económica era todavía buena, tanto por el ciclo alcista que había vivido
la economía española hasta 2007, como por las medidas progresistas adoptadas en
la primera legislatura por Zapatero. Pese a ello no consiguió la mayoría
absoluta en el Parlamento español. El PSOE en las elecciones de 2008, alcanzó
169 diputados.
Aquellas elecciones fueron el canto del cisne
del Zapatero. Salvo la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, más conocida como Ley del Aborto, nada hizo bien y
nada le salió bien. Teniendo a un excelente ministro de Hacienda como lo era
Pedro Solbes, aunque su libro de rencores mal digeridos recientemente publicado
sea poco afortunado, lo cesó el 7 de abril de 2009. Cuando viene un ciclón, como
lo ha sido la crisis económica de los últimos siete años, nada mejor para un
capitán que tener un buen piloto a su lado. Solbes lo era. En su lugar nombró
a Elena
Salgado. Tenía un dilatado “curriculum” de ministra con Zapatero. Lo fue de
Sanidad donde impulsó en el año 2007 el
ante-proyecto de la Ley de Prevención del Alcohol entre Menores, en
la que equiparaba el consumo de vino al de otras bebidas alcohólicas. Pese a
ser economista al parecer desconocía que junto a Francia e Italia somos los
mayores productores de vino del mundo, por lo que su intento de prohibición del
consumo del vino en los menores de 18 años provocó tal reacción de uno de
nuestras principales sectores económicos, que Zapatero le forzó a retirarla. Desgraciadamente los momentos de lucidez
de Zapatero, como éste, no fueron lo
frecuentes que hubiera convenido. No se sintió desautorizada como aseguró en
unas declaraciones a la Cadena Ser.
Aquel perfil dócil era el que quería nuestro Presidente para los momentos
difíciles que ya se vivían, y que casi todo el mundo presagiaba peores. Por lo
que parece D. José Luis sólo se dio
cuenta del alcance de la crisis cuando Salgado
le avisa del ultimátum del Directorio Europeo en la noche del 9 al 10 de
mayo; o se toman medidas para atajar el déficit o Intervención. El ultimátum
europeo fue reforzado con llamadas sucesivas de Obama y el Presidente de
China en la misma línea.
En su dramático discurso en el Parlamento anunció
nuevas medidas de ajuste, que suponían un giro absoluto en la política
económica que hasta entonces se había practicado. Terminó sus palabras con las
solemnes palabras ” cueste lo que cueste y
me cueste lo que me cueste”, que
sonaron a un hombre que despierta de un
sueño apacible y de pronto descubre que la tierra se está abriendo bajo sus
pies. Sonaron a despedida. No se equivocó.
Le costó y nos costó mucho. En el año y medio que quedaba de legislatura
quebró sus hasta entonces buenas relaciones con los sindicatos, que en
septiembre convocaron por primera vez durante su Presidencia una huelga
general. Por otro lado la falta de resultados inmediatos en frenar el
incremento del desempleo o del déficit público, los aumentos inevitables de
la fiscalidad, la congelación de buena parte de las pensiones, la disminución
de las retribuciones de los funcionarios, la primera reforma laboral,
supusieron que el PSOE perdiera simultáneamente votos por la izquierda y por la
derecha. Probablemente en aquellos días de mayo de 2010 el margen de maniobra
de Zapatero era escaso. Erróneas
decisiones suyas anteriores y de su antecesor Aznar contribuyeron a que la crisis financiera y luego económica
europea tuviera en España consecuencias más graves que en otros países. En todo
caso los resultados fueron desalentadores. Al finalizar su gobierno en 2011 el
número de desempleados era de 4.422.359
desempleados. Se había doblado en cuatro
años.
En los últimos meses de su gobierno, en 2011, cuando ya había renunciado a ser
candidato a las siguientes elecciones Zapatero
quiso despedirse haciendo un par de favores a los poderes fácticos. En la
primavera de 2011 aprobó la instalación en Rota de una base americana
anti-misiles. Estas bases, en lo que yo conozco, sólo se han instalado en
antiguos países dominados por la Unión Soviética como Polonia o Chequia.
Seguramente así zanjaba el desaire al amigo americano con su pronta retirada de
las tropas de Irak. Aunque en 2011 era presidente
Obama, que siempre fue contrario a
la invasión de Irak, por lo que no es razonable suponer que en sus escasos
encuentros le reprochara la retirada de tropas. El otro favor fue indultar al
vicepresidente y consejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, en el primer Consejo de
Ministros después de las elecciones del 20 de noviembre. Se cuenta que Zapatero se calificó a sí mismo
como el Presidente de Gobierno más de izquierdas en España desde Negrín. Dejaremos para otro día
si Negrín estaba a la izquierda o al Este. En
cualquier caso instalar bases militares extranjeras e indultar banqueros no
parecen gestos de despedida de un hombre de sólidas convicciones izquierdistas.
Zapatero en sus siete años y
medio de Presidente de Gobierno tiene luces y sombras. Desgraciadamente para él
las sombras se acumulan en sus últimos años de Gobierno. Nadie negará que la herencia que
legó a su sucesor a principios de 2012 era
bastante peor que la que él había recibido cuando fue
elegido Secretario General en el año 2000.
La sombra de Felipe Gonzalez es alargada. Al menos mientras viva, comparado con él, aunque sea una comparación
inconsciente, a cualquier Presidente de Gobierno socialista le resultará
difícil no parecer una figura menor .Zapatero
lo es también sin la sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario